Páginas

miércoles, 19 de marzo de 2014

Primer modo de vivir el amor




El primer modo es un anhelo provocado por el amor. Este anhelo tiene que reinar mucho tiempo en el corazón para poder llegar a expulsar totalmente al enemigo y tiene que actuar con fortaleza y circunspección y tener valor para avanzar en este estado.

Este modo es un anhelo que nace sin duda del amor, es decir, de un alma buena que quiere servir fielmente a nuestro Señor, seguirle con valor y amarlo de verdad. Esta alma se mueve por el deseo de alcanzar la pureza, la libertad y la nobleza, de las que le ha dotado su creador al crearla a su imagen y semejanza - y permanecer ahí, algo que es especialmente digno de ser amado y cuidado. En esto desea emplear su vida. En esto desea colaborar para crecer y ascender a una nobleza de amor más sublime aún y a un conocimiento más cercano de Dios, hasta alcanzar la madurez plena, para la que ha sido creada y llamada por Dios. En esto está desde la mañana hasta la noche. A esto se ha entregado totalmente. Sólo una cosa pide a Dios, una sola cosa quiere saber, una sola cosa reclama, en una sola cosa piensa: cómo poder alcanzar esto y cómo conseguir la mayor semejanza con el amor, con todo el tesoro de belleza de las virtudes que lo acompañan, así como la pureza y nobleza sublimes del amor.

Esta alma a menudo examina seriamente lo que es y lo que podría ser, lo que tiene y lo que aún falta a su anhelo. Con celo muy grande, con gran empeño y tan dispuesta como le es posible, se esfuerza por evitar todo aquello que distrae su atención de esto o que pudiera impedirlo. Su corazón nunca está tranquilo; nunca descansa en esta búsqueda, reclamo y discernimiento, en este tomar a pecho y conservar lo que le pudiera ayudar y lo que la pudiera hacer crecer en el amor.

En esto consiste la dedicación principal del alma que ha llegado a este estado - y en esto ha de trabajar y esforzarse, con gran dedicación y fidelidad, hasta que reciba de Dios el que en adelante pueda servir al amor con claro entendimiento y sin verse impedida por errores pasados.

Un anhelo tal, tan puro y tan noble, nace sin duda del amor y no del miedo. El miedo lleva a trabajar y padecer, a hacer y dejar de hacer por temor a que nuestro Señor pueda estar enojado. Lo cual además conlleva espanto ante el juicio del Juez justo o al castigo eterno o a penas temporales. El amor, en cambio, actúa exclusivamente con la mirada puesta en la pureza y en la sublime nobleza, que ella es en lo más profundo cuando es ella misma, que ella tiene y que ella disfruta.

Actuando así, ella enseña lo mismo a quienes tienen trato con ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario