Páginas

viernes, 21 de marzo de 2014

El tercer modo de amor



A veces ocurre que el alma buena aún vive otro modo de amor, el cual le produce mucho dolor y sufrimiento. Se da cuando intenta responder al amor enteramente, cuando desea seguirle totalmente, con todas las muestras de respeto y servicio, con todas las formas de obediencia y sumisión por amor.

Este anhelo se convierte de vez en cuando en un auténtico tormento para el alma. Ansiosamente se propone hacer todo, imitarle en todos los sufrimientos, padecerlos y soportarlos, y seguir el amor con obras de una manera total, sin ahorrar ningún esfuerzo, sin medida.

En este estado está verdaderamente dispuesta a cualquier servicio, está presta y animada a cualquier trabajo y sufrimiento. Pero no queda satisfecha. Nada de lo que hace, le parece suficiente. Sin embargo, lo que más la entristece, es ver que le es imposible responder al amor plenamente, según le inspira su gran anhelo, y ver que siempre le falta tanto para amar del todo.

Sabe bien que esto supera la capacidad humana y rebasa sus fuerzas. Lo que anhela es algo imposible, por esencia impropio de una criatura. Pues ella sola quisiera llevar a cabo todo lo que todos los seres humanos en la tierra, todos los espíritus del cielo, todas las criaturas en lo alto y en lo bajo e innumerables seres más pudieran hacer en servicio del amor, según corresponde al honor y a la dignidad del amor. Quiere conseguir lo que le falta para un servicio tal. Lo ansía con todas sus fuerzas y con voluntad ardiente. Pero todo esto no es capaz de dejarla satisfecha.

Sabe muy bien que satisfacer este deseo rebasa por completo sus fuerzas, que supera toda comprensión y entendimiento humano. Pero a pesar de esto no es capaz de mitigar, dominar o calmar su anhelo. Hace todo lo que puede. Agradece y alaba el amor, trabaja y se afana por él, suspira y ansía el amor, está totalmente entregada al amor. Pero nada de ello la deja tranquila. Le resulta un gran sufrimiento no poder dejar de anhelar lo que no puede alcanzar. Por esto tiene que permanecer en el dolor de su corazón y vivir en la insatisfacción. Le parece que muere estando viva y que así muriendo experimenta el sufrimiento del infierno. Lleva una vida infernal. Todo es padecimiento e insatisfacción debido a ese anhelo terrible y temeroso, que no puede satisfacer, que no puede calmar ni saciar. En este dolor ha de permanecer hasta el momento en que nuestro Señor la consuela trasladándola a otro modo de amar y anhelar y a un conocimiento más profundo de sí. Y entonces tendrá que esforzarse según lo que en ese momento reciba de nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario