"¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel,
al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”
Mateo 25, 14-30
Ya hace algunos días que suena y resuena en las redes
sociales el acto de la susodicha monja cantante, que a través de una audición a
ciegas en Italia, participó y dejo a todo
mundo con la boca abierta. Dejando de un lado su cantada, dejando a un lado la
regada de babas de los jueces y de la gente me adentraré en algo más profundo.
Una religiosa de 25 años, Siciliana, Ursulina de la Sagrada Familia, al ser
interrogada dice ser verdaderamente una religiosa, llega a la audición con su
habito, negro, su velo negro y su cruz colgando del cuello, sus hermanas de congregación
le apoyan a grito partido desde un lado del escenario. Cuando le preguntan que
hace ahí, sin titubeo responde “Tengo un don y se lo estoy dando a todos
ustedes ¿no debería de ser así?”.
Preguntémonos.
¿Qué hago yo con los dones que Cristo me ha dado para cultivar? ¿estoy trabajándolos
o los tengo bajo tierra? ¿soy alguien de provecho para la Iglesia en estos
tiempos cuando más se necesita de testimonio, de entrega, de ser signo visible?
¿soy realmente un instrumento de evangelización? ¿soy un buen Kerigma?
Todas estas preguntas saltaron a mi mente, salieron
aprisa buscando una respuesta, buscando un lugar donde ocultar posiblemente la
pena, el dolor, y la falta de entrega a lo que Dios me ha pedido.
El Papa
Francisco, el Papa de la pobreza, de
la humanización del hombre, de la evangelización testimoniada, nos ha
pedido desde los inicios de su pontificado que “vayamos a las periferias" de la vida. Sor Cristina, se adentro a ese mundo de leones, de bestias que
trataran de devorar su alma en busca de sacarla de sus caminos, pero ella
seguramente contara con la oración de la Iglesia, con la oración de su
comunidad religiosa.
Nosotros,
cada uno de nosotros, conoce su propia periferia. Atender la periferia propia
es el primer reto. San Agustín decía “nadie ama lo que no conoce” y en este
sentido es factible decir que si no conocemos nuestra propia periferia, nuestra
propia podredumbre, nuestros miedos, nuestros fracasos, nuestras aleaciones no
podremos ayudar mucho a los demás.
Oremos por Sor Cristina, es nuestro deber de hermanos, ella está en la periferia dando a conocer a quién le dio el don del canto.
Oremos por Sor Cristina, es nuestro deber de hermanos, ella está en la periferia dando a conocer a quién le dio el don del canto.
ORACION
Señor,
me presento ante ti con toda la libertad de mi espíritu.
Entrego
mis debilidades, mis miedos, mis ataduras, mis resentimientos.
Ayúdame
Señor, a cambiar de vida y ser un buen testimonio kerigmatico
Para
la Iglesia que deambula en busca de signos coherentes para creer.
Dame
la certeza de saberme Hijo tuyo,
Acrecienta
en mi el don de la fe.
No
dejes solo a este hijo tuyo que teme perderse
En
la oscuridad de los días sin sol.
Ansgar Úbeda
“Señor, me he dejado engañar,
de mil maneras
escapé de tu amor,
pero aquí estoy otra vez para renovar
mi alianza contigo.
Te necesito. Rescátame de nuevo,
Señor, acéptame una vez más entre tus brazos
redentores.”
Evangelii
Gaudium, 3
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