Trabajando estos
días los diversos temas de la catequesis de tercer nivel me he encontrado con
grandes retos, uno de ellos hacer accesible a los niños los temas del Espíritu
Santo y la Santidad. Esos niños me han dado lecciones grandes, grandes comprensiones
de la sencillez.
Es extraño
pensar en la santidad como un proceso de formación de la persona en niños. He pensado
al respecto en los santos que han seguido como modelo de santidad la “infancia
espiritual” hablo de los más conocidos como Santa Teresita del Niño Jesús y San
Josemaría Escrivá de Balaguer. Este hombre y mujer, muy conocidos hoy en día
por grandes y chicos han marcado al mundo cristiano con su especial modelo de
vida: vivir y actuar con la sencillez de los niños.
En los niños
se encuentra uno con grandes metodologías como la captación del mensaje
principal, el modelo de lo sencillo y hablo de ese modelo de la siguiente
forma: ellos al preguntar varias veces al respecto de algo, insisten en su
propia idea de cómo comprender el pensamiento de Dios. Aceptan ese mensaje con
amor, sin competir con Dios, sin ver a Dios como un tirano o como un objeto
distante o difícil de adquirir.
Su pensamiento
es un espacio donde Dios es recibido con gran solemnidad.
La belleza de
los niños nos enseña poco a poco a descubrir una forma sencilla y compleja de
la santidad.
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