Queridos hermanos y hermanas, Queridos hermanos que van a recibir el sacramento de la confirmación:
Quisiera
proponerles tres sencillos y breves pensamientos sobre los que reflexionar.
1. En la segunda
lectura hemos escuchado la hermosa visión de san Juan: un cielo nuevo y una
tierra nueva y después la Ciudad Santa que desciende de Dios. Todo es nuevo, transformado
en bien, en belleza, en verdad; no hay ya lamento, luto… Ésta es la acción del
Espíritu Santo: nos a trae la novedad de Dios; viene a nosotros y hace nuevas
todas las cosas, nos cambia. El Espíritu nos cambia. Y la visión de san Juan
nos recuerda que estamos todos en camino hacia la Jerusalén del cielo, la
novedad definitiva para nosotros, y para toda la realidad, el día feliz en el
que podremos ver el rostro del Señor, ese rostro maravilloso del Señor Jesús,
podremos estar con Él para siempre, en su amor.
Ven,
la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas, que son provisorias,
pasan y siempre se busca algo más. La novedad que Dios ofrece a nuestra vida es
definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino también hoy:
Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente
y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos. Abrámosle
la puerta, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de Dios nos
haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu
Santo nos da. Qué hermoso si cada uno de ustedes noche, pudiera decir: hoy en
la escuela, en casa, en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de
amor hacia un compañero, mis padres, un anciano. ¡Qué bello!
2. Un segundo pensamiento: en la primera lectura Pablo y
Bernabé afirman que “hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino
de Dios” (Hch 14, 22). El
camino de la Iglesia, también nuestro camino cristiano personal, no son siempre
fáciles, encontramos dificultades, tribulaciones. Seguir al Señor, dejar que su
Espíritu transforme nuestras zonas de sombra, nuestros comportamientos que no
son según Dios, y lave nuestros pecados, es un camino que encuentra muchos
obstáculos, fuera de nosotros, en el mundo en el que vivimos, y también dentro
de nosotros, en el corazón, que frecuentemente no nos comprende, y también
dentro de nosotros, en nuestro corazón. Pero las dificultades, las
tribulaciones, forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como
para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la
vida. No nos desanimemos: tenemos la fuerza del Espíritu para vencer nuestras
tribulaciones.
3.
Y así llego al último punto. Es una invitación que dirijo a ustedes, los que se
van a confirmar y a todos: permanezcan estables en el camino de la fe con una
firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da
el valor para caminar contra corriente. Escuchen bien jóvenes: ir contra
corriente. Esto hace bien al corazón, pero hace falta valor para ir contra
corriente. Y Él nos da esta fuerza. No hay dificultades, tribulaciones,
incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios como los
sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad con Él, si le
hacemos cada vez más espacio en nuestra vida. Esto también y sobre todo si nos
sentimos pobres, débiles, pecadores, porque Dios da fuerza a nuestra debilidad,
riqueza a nuestra pobreza, conversión y perdón a nuestro pecado. Es tan
misericordioso el Señor que siempre si vamos a Él nos perdona. Confiemos en la
acción de Dios. Con Él podemos hacer cosas grandes y nos hará sentir el gozo de
ser sus discípulos, sus testigos. ¡Apuesten por los grandes ideales, por las cosas
grandes, nosotros los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para las
cosas pequeñas, vayan siempre más allá, hacia las cosas grandes, jóvenes,
juéguense la vida por grandes ideales!
Novedad de Dios, tribulaciones en la vida, firmes en el
Señor. Queridos amigos, abramos de par en par la puerta de nuestra vida a la
novedad de Dios que nos concede el Espíritu Santo, para que nos transforme, nos
fortalezca en las tribulaciones, refuerce nuestra unión con el Señor, nuestro
permanecer firmes en Él: ésta es una verdadera alegría. Así sea.
Fuente: Revista Ecclesia
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